No existen muros, tampoco alambradas; es libre de ir a donde quiera, y sin embargo decide compartir su tiempo y espacio, contigo. Baja a las profundidades y vuelve a la superficie a respirar justo a medio metro de mi, gira la cabeza, nos cruzamos la mirada, abre su boca dejando ver su lengua rosa, se vuelve a marchar, pero regresa haciendo giros sobre su cuerpo, y pasa casi rozandote con su barriga hacia arriba, te vuelves a cruzar la mirada, su expresion es tranquila, a veces emite un sonido y te sabe mal no llegar a entender a ese ser de otra especie, otro medio, que decide pasar un largo rato a tu lado, nadando, sumergiendose y emergiendo a muy pocos centimetros .
Cuando vuelves a tierra , llevas la extrana sensacion de que te han dejado compartir su medio, teniendo como cominicacion ese cruze de miradas. |
Menudas fotos. Que envidia.
ResponderEliminarSalud.